martes, 17 de junio de 2008

Espacio y Política


por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez

Introducción.

En el presente escrito se reseña el libro “En el Espacio Leemos el Tiempo. Sobre Historia de la Civilización y Geopolítica” de Karl Schlögel (Biblioteca de Ensayo Siruela, Madrid, 2007, 558 pp.), mediante un análisis metódico, se ha revisado esta obra inquiriendo las principales ideas que el autor buscó comunicar a sus lectores, con la intención de identificarlos y contribuir a su difusión, por considerarse de un tema relevante en la investigación social.
En términos generales, lo que plantea este libro es un análisis en torno al concepto de Espacio y su implicaciones Histórico Políticas. Su autor, Karl Schlögel, nacido en 1948, estudio Filosofía, Sociología, Historia de Europa Oriental y Estudios Eslavos en Berlín, Moscu y San Petesburgo. A la fecha de la edición, se desempeña como Profesor de Historia de Europa Oriental en la Universidad Europea Vladrina en Frankfurt, Alemania.
La temática del autor, en su obra escrita en general y específicamente en la que ocupa a esta reseña es la importancia de la espacialidad en la lectura de los fenómenos sociales, y esta fuertemente ejemplificada en un ámbito definido por el autor entre Europa Oriental, Asia Occidental y algunas ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica.
El texto está estructurado en dos partes, una primera introductoria donde el autor abunda en el marco teórico del espacio como un elemento primordial en la comprensión de la Historia. Después procede a demostrar exhaustivamente su tesis mediante múltiples ejemplos, lugares, autores y acontecimientos, lo cual ocupa la mayor parte del libro.

Planteamiento del tema.

Para Schlögel, los hechos históricos no se desenvuelven solo en el tiempo, también en el espacio, es decir, que la Historia “tiene lugar”, de ahí la trascendencia de valorar los aspectos espaciales de lo político, y es que para este autor todo es localizable desde la perspectiva de los fenómenos sociopolíticos. Es por ello que los estudios urbanos que guían su labor, se propone investigar las formas mas complejas de civilización humana en tanto proceso social, cultural y económico, de producción, distribución y circulación, de planificación y construcción urbana.
El propósito de este investigador es el planteamiento científicamente fundado de concebir la Historia como una entidad topográficamente centrada, porque para Schlögel, el espacio se ha olvidado, o cuando menos no ocupa el lugar predominante que considera le corresponde en la epistemología histórica contemporánea.
En su critica Karl Schlögel asevera que no hay espacio entre rutinas que funcionan, a lo sumo, cuando por un instante se interrumpen, una catástrofe, una detención forzosa fuera de programa, entonces de repente lo hay: como escena, lugar de los hechos, escenario de la catástrofe. Es por ello que plantea la necesidad de desechar la idea de un texto único para percatarse del mundo, ya que considera que es un error enfocar la narrativa histórica únicamente al concepto temporal, descuidando el espacial. En ello, afirma, se basa la tesis fundamental de la Geopolítica: fomentar la conciencia espacial en la acción política.
Dentro de los planteamientos que el autor trata de comprobar por medio de este texto destaca el concepto de simultaneidad y yuxtaposición en la lectura del espacio. Afirma que el conjunto formado por aceras, paisajes, relieve, planos de la ciudad, perfiles de edificios, despliegan ante nosotros coreografías del trato humano, guiones de socialización humana, metafóricamente hablando.

Desarrollo del tema.

En lo que denomina el retorno del espacio, propone que un mundo visto espacialmente es mas rico, complejo, multidimensional. En la comprensión del mundo, establece, hay una geografía que juega un papel hoy como ayer. Este elemento geográfico, establece el autor en la primera parte del libro, esta ausente, reconstruido y recubierto de historia, sucesos, estructuras y procesos en que todo es importante excepto que, paradójicamente, todo tiene lugar, escenario de la acción, lugar de los hechos, es decir, siempre hay un lugar del suceso. El autor denomina a esta condición como atrofia espacial, esto es , el desvanecimiento del espacio en la lectura histórica, no refiriéndose a una mera contracción del espacio, sino a su progresivo consumo hasta desvanecerse, perdiéndose la fundamental convergencia espacio-tiempo. Por su parte, la Geografía tampoco puede prescindir de la historia si pretende ser doctrina viva de las relaciones espaciales terrestres, afirma.
Desde este enfoque los paisajes no son concebidos como textos, tampoco las ciudades, ya que los textos pueden leerse, mientras que a las ciudades hay que ir, mirar en torno, recorrerlas, e incluso perderse en ellas –otra forma de conocerlas-. Llama la atención la aproximación que el autor plantea de las relaciones espaciales y de elementos como distancias, lejanía y cercanía, medida, proporción, volumen y figura, planteadas desde su formación filosófica y sociológica.
Para el investigador de la Universidad Valdrina de Frankfurt, la Geografía social sigue jugando un importante papel como principio organizador y constituyente de las relaciones sociales y, paradójicamente, la revolución de los medios lleva a que el espacio geográfico se amplíe y estratifique, no a que se desvanezca, si bien se observa que el progreso técnico ha cambiado relaciones, desplazado centros y periferias. Con ello alude a la mas espacial de todas las coerciones de la tierra: la imposibilidad de que dos objetos ocupen exactamente el mismo lugar al mismo tiempo.
Dentro de los ejemplos que el autor analiza en el proceso de demostración de su tesis, destaca obviamente el caso alemán, en donde el espacio predomina como obsesión de esta cultura, ampliamente estudiada por el. Para este fin, recurre a una cadena de asociaciones e imágenes a través de conceptos como necesidad de espacio, pueblo sin espacio, espacio oriental, dominio del espacio, espacio fronterizo, espacio de asentamiento y espacio vital, todos ellos firmemente afianzados en el colectivo lingüístico de la cultura germana.
La Variable Tecnológica.

Este texto consiste en una reflexión teórica acerca de la situación de la producción de espacio social en la época del ciberespacio, lo cual constituye una situación nueva y en cierta forma definitiva. El autor denomina “Ciberia” al nuevo espacio que ha empezado a tenderse en su virtualidad sobre los espacios históricos con que estábamos familiarizados. Al revolucionarse, los medios de comunicación ha hecho surgir una nueva morfología con nuevas practicas sociales, el espacio de trabajo cada vez se compacta y se “virtualiza” mas. Sin embargo, en esta tesis se advierte que el antiguo régimen espacial no se cancela del todo a partir de esta nueva condición, pero sin duda se transforma y traslada a una concepción distinta de si mismo, donde van a surgir nuevas desproporciones y desigualdades, y también nuevas tensiones y antagonismos. Esto se debe a que si bien la digitalización produce una nueva espacialidad, también es cierto que la nueva infografía reproduce también las nuevas relaciones de poder, de infopoder. El ciberespacio entendido como el “territorio” constituido y cohesionado por información digital, es un ámbito donde los nuevos procesos no respetan fronteras territoriales ni políticas, no están ya ligados a lugares preexistentes, de ahí que discurran hacia una desterritorializacion, si es que no desvanecimiento del espacio. Para el autor, la globalización produce simultaneidad de asincrónicos en un espacio mas estrecho, a merced de la radical disminución de las distancias.

Leer el espacio en mapas.

Una importante fuente documental en la que se basa Schlögel para su análisis esta constituida por la cartografía en todas sus variedades, y es que para el autor, quien usa correctamente los mapas alcanza alguna vez el mundo para el que están hechos. Dibujar campos, intersecciones o líneas que antevienen en la formación de la red es una de las formas principales de hacerse presente el espacio.
Si bien se reconoce que la mayoría de los mapas ya están atrasados cuando aparecen, debido a renominaciones, cambios resultantes de la disolución de Estados y sistemas federales enteros, este libro nos reitera que las mas grandes transformaciones históricas, los nuevos descubrimientos, la formación de Estados y derrumbamiento de imperios, las grandes conquistas y enfrentamientos militares, así como el despliegue de culturas y civilizaciones, o desarrollos a largo plazo, todos “sedimentan” o cuajan en la reproducción cartográfica. El tiempo histórico en general, afirma el autor, es captable y capturado cartográficamente. Baste recapitular en la época del Estado moderno nacional, territorial por excelencia, la soberanía y los plenos poderes de aquel se demuestran en las fronteras. Parafraseando, No hay guerra que empiece sin mapas, no hay guerra que acabe sin ellos. Las imágenes de los mapas se encuentran entre las “visualizaciones” político espaciales mas penetrantes que cabe concebir, ya que los mapas no son solo copia pasiva, impresión o expresión de un tiempo, sino construcción, proyecto y proyección en el futuro. Dicen algo de poder, expansión, agresión y dominio, de apetitos, ambiciones y pasiones, de acuerdo a los ejemplos descritos en los 50 ensayos que integran el libro que ocupa a esta reseña.
El análisis del lenguaje cartográfico ocupa la parte central del texto, ya que se reconoce en la cartografía de estratos temporales el significado primario y el terreno de origen del mapa que es, naturalmente, el espacio geográfico: Si todo aspecto de la vida humana tiene dimensión espacial, y si el espacio se presenta como complejo de infinitos aspectos, entonces hay tantos mapas como aspectos de la vida humana. Desde esta perspectiva, no hay nada que no se pueda espacializar y, dado que cada mapa tiene su tiempo y su lugar, su ángulos de visión, su perspectiva, tenemos que estas fuentes documentales, leídas correctamente, nos proporcionan una clave para ver y entender no solo el mundo figurado, sino también orientación y propósitos de quienes se hicieron tal imagen del mundo.
Dentro de los ejemplos de los que se vale el autor para comprobar su planteamiento, llama la atención el de Sarajevo, donde los conflictos bélicos de fuerte carga étnica en el ultimo decenio del siglo XX, llevaron a los habitantes de esta ciudad a una situación en la que conocer el terreno era requisito indispensable para sobrevivir. Así, se describe el caso donde la población de toda una ciudad se convirtió en especialista en topografía urbana y exploración del terreno, orillada por las circunstancias.
Ahí se detiene el autor a definir el terreno, como la parte de la superficie terrestre con todos los objetos inmóviles que en ella se encuentren. El terreno, menciona, constituye el escenario estratégico donde acaece el conflicto. Es lógico el hecho de que un mapa militar sea confiable constituye una cuestión de vida o muerte. Una vez mas se recurre a los ejemplos, describiendo el caso de la planta del gueto de Kovno, una comunidad que sufrió los estragos de las atrocidades cometidas en torno al genocidio de la Segunda Guerra Mundial. El autor hace una reconstrucción de los hechos a partir de documentos conservados por los supervivientes del Holocausto, demostrando que en la planta de ciudades y edificios, incluso en las de factura precaria, uno toma conciencia de cómo pudieron haber sido los hechos que acaecieron en ese lugar.

Método del autor.

Es así, que el autor nos lleva a comprobar su planteamiento reiterándonos ejemplos ilustrativos, algunos llenos de crudeza histórica, pero también algunos otros de enfoque creativo, como cuando ubica hipotéticamente a mentes de lucidez excepcional como Herodoto, o a un pensador de imaginación espacial, como Walter Benjamin, en contextos contemporáneos, describiendo al lector lo que supone seria la lectura de ciudades por estos habitantes imposibles.
Igualmente que se habla de las fronteras como la máxima univocidad concebible, se refiere al mapa de Jefferson, como la matriz de la democracia estadounidense, y se aborda el espacio desde el concepto del comercio mundial, la fuerza de la burguesía, y la dicotomía regional-internacional, tan en boga en el debate global.

Marco Teórico.

Para el autor la principal fuente de información esta constituida por lo que llama el tiempo contenido en mapas. Como se menciono anteriormente, los mapas pueden percibirse como replicas de poder. Pero aunado a ello, el libro hace un repaso por las diferentes fuentes del conocimiento geográfico espacial de la historia, su punto de partida es Von Humboldt, abordando las materias en que el explorador destacó: estadística, topografía, cartografía y descripción del paisaje, estudios históricos. El concepto de legibilidad del mundo, es compartido con Hans Blumenberg, mientras que la idea del cuerpo como el genuino centro, irreductible y subversivo, de espacio de discurso del poder, parte de la teoría de Lefebvre sobre producción de espacio social.
Edward Soja constituye una de las fuentes primarias para el autor, ya que estableció la postura de que es necesario deconstruir y recomponer de nuevo la rígida narrativa histórica hacia una hermenéutica espacial de simultaneidades y yuxtaposiciones de mapas, crear accesos críticos a la vinculación tiempo/espacio, historia/geográfica, época/región, y sucesión/simultaneidad. Este autor comparte también la critica a la obsesión del siglo XIX por el historicismo, en el que la Historia concebía el cambio en términos de consecución temporal, en el cual la geografía aparece como entumecida o en posición periférica, representando un claro sometimiento del espacio por el pensamiento social critico, de acuerdo a lo que Soja llama espacialidad silenciosa.
Schlögel coincide también con autores que han planteado el estudio de la Historia como el de la producción de espacios sociales, citando a Ritter, a quien se debe el afianzamiento del concepto de Geocultura. Se alude a la división kantiana entre historiográfica y geografía, entendiendo a la primera como la disciplina de lo consecutivo y a la segunda de lo simultaneo.
El marxismo y la filosofía hegeliana previa a aquel, son también analizados desde este enfoque, el autor concluye que Hegel compartió esta visión ya que su dialéctica del proceso histórico estaba referida a un lugar. Por su parte en Marx, se puede interpretar una comprensión fina de condicionantes naturales de la génesis del modo capitalista e imperialista. No obstante, autores postmarxistas enfatizaron la “producción del espacio social”, como una critica de la economía política marxista en pro de espacializar la relaciones de producción o concebirlas en términos espaciales (Henri Lefebvre). El tema central de Lefebvre, señala el autor, es el mundo esencialmente urbano de la modernidad, concebido a partir de un nuevo materialismo histórico-geográfico.
En el libro se reconoce a una corriente ideológica enfocada al estudio de la Geografía con una renovada “critica”, que se desprende de un análisis social a la par que espacial, destacando Manuel Castells, Andre Gunder Frank, Immanuel Wallerstein y Samir Amin.
Apoyado en Derek Gregory, el autor debate que el análisis de estructuras espaciales no es derivado y segundo respecto al de las estructuras sociales (como sugieren planteamientos estructuralistas), sino que se condicionan mutuamente.
Edward Soja, afirma que la ciudad, el entorno urbano construido, esta encastrada en el inquieto paisaje geográfico del capital, y troquelada como parte de una especialización social compleja y contradictoria que a un tiempo envuelve y paraliza, crea espacio y lo encadena, lo cual constituye un análisis marxista de lo urbano, que viene a reforzar la tesis del libro.
Finalmente, Schlögel se refiere a dos clásicos que han abordado el tema del espacio, respectivamente desde el enfoque poético y filosófico: Gaston Bachelard, que en “La poética del espacio”, afirma que hemos de aprender de nuevo a pensar el espacio, estableciendo las bases para ello; y Michel Foucault, que en su conocida triada poder-espacio-conocimiento, concluye que la nuestra será una época de simultaneidad y espacio.




Conclusiones.

Se puede considerar que el autor logra cabalmente su cometido, si este es el de plantear al lector una aproximación al conocimiento profundo del lugar. Si el objetivo es invitarnos a leer las ciudades y los territorios a partir de la huella dactilar impresa por la historia, se puede decir que lo consigue.
De igual forma, se puede concebir este texto como una eficaz apología de la Geopolítica, como el área de conocimiento que tiene que ver con conceptos políticos referentes al modelado y dominio del espacio, la cual se refuerza con la demanda de una Geopolítica critica, encaminada al estudio fenómeno cultural, y que se ocupa de procesos elementales como la formación de la identidad y la autodiferenciación de naciones. La Geopolítica, según este enfoque, se ocupa de cómo se hace visual el espacio donde acaecen los fenómenos sociales.
Los resultados son organizados a manera de conclusiones parciales en cada uno de los ensayos que integran el libro, lo cual conduce al autor a la reafirmación constante de la tesis central que se propone. Se trata de un libro bien construido, desde el punto de vista narrativo, que hace fácil de leer sus más de 500 paginas por medio de una variedad geográfico-histórico-espacial de ejemplos. Puede considerarse también que el texto de Schlögel constituye una aportación al conocimiento, consistente en un enfoque renovado de la lectura de fenómenos sociales, demostrando que solo podemos hacernos con una imagen adecuada del mundo si empezamos a pensar otra vez, juntamente, espacio, tiempo y acción, este giro espacial no quiere decir nada mas que una acrecentada atención a la faceta espacial del mundo histórico, una idea que si bien no es novedosa, si pone el acento en un tema últimamente soslayado, de ahí la originalidad del planteamiento: vivimos en una era en que se construye un nexo socioespacial nuevo.
Por su carácter integrador y su visión positiva del futuro y de otros autores contemporáneos, puede decirse que este libro ocupa un importante lugar entre la literatura que se ocupa del mismo tema, como Geopolítica y Geocultura de Immanuel Wallerstein, los llamados Estudios del Desarrollo, desarrollados por Krystyna von Henneberg, entre otros, o la Teoría del régimen urbano, ambos de evolución reciente. Cabe mencionar también la extensa bibliografía desarrollada complementariamente por el mismo autor, por mencionar algunas: San Petesburgo como laboratorio de la Modernidad 1909-1921, crónicas de Emigración rusa a Alemania 1918-1941, Moscu y Berlín en el siglo XX, Europa pone a prueba sus fronteras, las cuales han dado a Karl Schlögel un amplio reconocimiento como investigador y conferencista internacional en el tema.
De esta manera, se concluye que el texto desarrolla cabalmente un análisis geopolítico en sentido estricto, esto es, una reflexión teórica sobre las condiciones espaciales de la acción política.
Me permito concluir esta reseña con la reflexión de que, tal vez, las aportaciones mas enriquecedoras y renovadoras de una disciplina, provienen precisamente de una aproximación externa, imparcial, pero a la vez profunda y critica. Baste recordar que el autor de este texto de enorme utilidad para las disciplinas que tienen en el espacio su principal materia de trabajo – arquitectura, urbanismo, etc.- proviene de una formación filosófica y social.

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