viernes, 11 de julio de 2008

Política y Arte.


Por Victor Manuel Gutiérrez Sánchez

Reflexionar sobre la relación que existe entre la política y el arte, como manifestaciones culturales ambas o mas precisamente, en el papel del arte como vehículo de significación ideológica con posibles vinculaciones políticas, es el interés del presente escrito.
Hoy que presenciamos una disolución de las barreras ideológicas en su sentido mas radical, es decir, que cada vez mas ciudadanos presentan un creciente interés en la cosa pública, trascendiendo barreras partidistas y en la búsqueda de una opinión cada vez crítica e informada, los instrumentos encargados de ampliar la conciencia humana adquieren también mayor relevancia.
En algunos ámbitos artísticos esta relación es más evidente que en otros, como podemos constatar si nos adscribimos a las bellas artes “clásicas” y la gama de lecturas se amplía exponencialmente si consideramos las “nuevas” bellas artes, como el arte urbano, digital y multimedia, entre otros.
Sería pertinente aclarar que el presente análisis no pretende hacer una apología del arte como instrumento propagandístico, sino de manera mas sutil reflexionar sobre la relación de influencia en dos vías entre el contexto sociopolítico y las expresiones culturales, donde cada sociedad produce unas formas definidas de expresión artística que, en gran medida, nacen de sus exigencias y de sus tradiciones, reflejándolas a su vez, en este sentido en lo que se pretende ahondar es en el hecho de que toda variación en la estructura social influye tanto sobre el tema como sobre las modalidades de la expresión artística (Rodríguez 1960).
Entre las mas primigenias formas de expresión se encuentran las artes plásticas –pintura, escultura y arquitectura- , en donde el problema de si la política es un elemento, un motivo o un tema válido como expresion artistica es superado ante evidencias como los aguafuertes de Goya, que muestran los desastres de la guerra, o el que tal vez es el más conocido reflejo de esta temática, el Guernica, de Picasso.
El artista, mencionan algunos autores, es un hombre dotado de una antena o un receptor mas sensible que registra la mas leve alteración (Rodríguez 1960), es a través de esta observación y sensibildad extraordinarias que los fenómenos externos van dejando huella, y es por ello que no puede ser indiferente a ninguno de los problemas que atañen a la vida de la humanidad: El artista traduce su tiempo. En este análisis, el autor nos aclara que el artista no pinta precisamente la guerra o la revolución, sino que la resonancia de estos fenómenos sobreentona dramáticamente o trágicamente su arte, y esa es la principal aportación política del artista, que logra objetivando todo lo que lo rodea, observando y analizando su entorno para transmitirlo y hacerlo evidente a la sociedad.
En tiempos recientes y de manera cada vez más evidente, se hace palpable la relación que la política guarda con el arte de crear espacios, la arquitectura, no solo por el ineludible compromiso social de esta última, sino por el hecho de que ambas comparten el fin último del bienestar humano. En otros ensayos se profundiza en la relación entre espacio, conocimiento y poder, y en el hecho de que la arquitectura es un acto político.
Tomemos ahora como ejemplo la vision de la fotografía como documento social, desde esta perspectiva, cada momento histórico presencia el nacimiento de unos particulares modos de expresión artística, que corresponden al carácter político, a las maneras de pensar y a los gustos de la época. Este enfoque fundamenta la importancia política de la fotografía como un arte visual que tiene uno de sus rasgos característicos en la idéntica aceptación que recibe de todas las capas sociales, y a través de la historia o de la mas reciente experiencia electoral, podemos comprobar el poder que la imagen tiene en la transmisión de mensajes políticos, de ahí que sea considerada como uno de los medios mas eficaces de moldear nuestras ideas y de influir en nuestro comportamiento, y de ahí tambien que la fotografía pueda ser considerada como un eficaz instrumento político, que desempeña un papel capital a la hora de despertar conciencias (Freund 1993).
En su libro La conquista musical de Mexico (1996), Lourdes Turrent, aborda el tema de la Conquista desde un plano espiritual, en el cual la música ocupó un lugar destacado en la conformación de un “esplendor del culto” a partir de lenguajes artísticos sonoros, aunado al papel vinculante que la música tuvo en la estructuración de comunidades novohispanas. En este interesante análisis del fenómeno social que de su práctica se deriva, resulta la perspectiva de la música como un lenguaje social, esto es, como un medio de expresión que posee el ser humano, junto con las artes y el habla, para identificarse, expresarse y comunicarse. Dentro del ámbito musical, destaca también el texto Ruidos, ensayo sobre la economía política de la música (1995), de Jacques Attali, que básicamente plantea que hay que aprender a juzgar una sociedad por sus ruidos, por su arte y por sus fiestas, mas que por sus estadísticas, una aproximación interesante a la música como espejo de la sociedad, donde la música es comprendida como algo mas que un objeto de estudio, ya que se plantea que es un medio de percibir el mundo, para este autor el arte lleva la marca de su tiempo, y va más allá al establecer al ruido como una forma básica de proyecto al afirmar que este es fuente de poder que siempre ha estado fascinado por su escucha, una afirmación que pudiera ser discutible, no obstante, se reafirma que la música sigue siendo una actividad esencial del saber y de las relaciones sociales. Complementa este análisis la investigación titulada Música, sociedad, educación (1991) de Christopher Small, donde se profundiza en la función de la música, como factor de influencia sobre la sociedad. En este texto se afirma que el arte…puede hacernos tomar conciencia de las posibilidades de sociedades alternativas cuya existencia no se ha dado todavía. Small plantea una nueva visión del arte, al afirmar que puede servir como modelo para una nueva visión de la educación y posiblemente de la sociedad. Para este autor, el arte es algo más que la producción de objetos bellos, es un proceso esencialmente por medio del cual exploramos nuestro medio, tanto interior como exterior y aprendemos a vivir en él. Desde esta perspectiva, el arte es una acividad tan vital como la ciencia para la sociedad como medios de exploración del mundo, pero la intención, el metodo y el tipo de realidad que exploran son muy diferentes, afirma, el objetivo del arte es capacitarnos para vivir en el mundo, el de la ciencia es capacitarnos para dominarlo. En este sentido, el arte es concebido como conocimiento y como experiencia o viviencia, a la vez instrumento para la estructuración y el ordenamiento del sentimiento y la percepción.
Se podría continuar analizando esta relación entre política y arte desde otras perspectivas, por ejemplo la de las artes escénicas, específicamente la danza, aparentemente inconexa con el contexto político, a este conjunto de movimientos con el cuerpo dentro del espacio, puede encontrarse una función comunicativa en el hecho de que dichos movimientos poseen una carga significativa, y uno de los cuatro elementos primordiales del lenguaje dancístico, además de la técnica, la actitud estética y la temática, consiste en tener una visión del mundo, entendida esta como una aproximación intelectual a la historia y a la realidad (Dallai 2001).
La experiencia teatral es profusa en ejemplos del papel que desempeña, desde su origen, como instrumento despertador de conciencias, logrando niveles profundos de comunicación por su carácter presencial simultáneo entre el actor y el espectador, ademas de que este último puede trascender las barreras idiomáticas o del lenguaje escrito acudiendo a la interpretación del lenguaje no verbal que esta manifestación presenta.
Probablemente por la inmediatez y la contundencia en la transmisión de las ideas, la cinematografía merezca un estudio aparte en el análisis de sus contenidos políticos, tan amplia como el devenir histórico de esta manifestacion artística y con innumerables ejemplos de los cuales, reconociendo y reservando omisiones, se mencionan por clarificar la relación entre cinematografía y política, El Acorazado Potemkin (Eisenstein 1925) y Metropolis (Lang 1927).
Por la vastedad que implicaría un análisis de la relacion entre la politica y la literatura, tal vez uno de los mas extensos campos de esta linea de investigación, abundante en ejemplos y complejo en demostraciones, baste mencionar a manera de ejemplo el trabajo reciente del Dr. Eduardo Subirats, investigador de la Universidad de Nueva York, que plantea una lectura multiniveles de las sociedades latinoamericanas a través del genero literario novelístico, proponiendo para el caso mexicano una interpretación de la realidad política a través del reencuentro con textos como Pedro Páramo (Rulfo 1955), por la riqueza en interpretaciones que, asegura, esta obra maestra del realismo mágico presenta.
En conclusión, pudiera afirmarse que en la circunstancia contemporánea de la sociedad, en la que los asuntos políticos han ido cambiado de arena o escenario, progresiva pero irreversiblemente, y que la cosa pública se discute principalmente en los forma digital, en los mas variados espacios públicos y en la heterogénea oferta de medios impresos y visuales, la función comunicadora del arte se posiciona en importancia, lo que deriva en un mayor compromiso social por parte de los artistas, y en una lectura cada vez mas informada, fundada en un amplio bagaje cultural por parte del espectador, que cada vez lo es menos por requerirse de este una postura crecientemente participativa y crítica.
Fuentes Documentales.
ATALLI, Jacques (1995) Ruidos. Ensayo sobre la Economía Política. Siglo Veintiuno, México, 227 pp.
DALLAI, Alberto (2001) Como acercarse a la Danza. Conaculta/Plaza y Valdés, México D.F., 154 pp.
FREUND, Gisele (1993) La fotografía como documento social. Gustavo Gili, Mass Media, Barcelona, 207 pp.
RODRIGUEZ Lozano, Manuel (1960) Pensamiento y Pintura. Imprenta Universitaria, México, 382 pp.
SMALL, Christopher (1991) Música. Sociedad. Educación. Un examen de la función de la música en las culturas occidentales, orientales y africanas, que estudia su influencia sobre la sociedad y sus usos en la educación. CONACULTA/Alianza, México, 228 pp.
TURRENT, Lourdes (1996) La Conquista Musical de México. Fondo de Cultura Económica, México D.F., 21 pp.

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